Otro libro más del sacerdote don Julio Sánchez Rodríguez ha venido a sumar nuevos legados de arquitectura religiosa, en este caso y por deseo del obispo de la Diócesis, como responsable del seguimiento de las obras de rehabilitación de la ermita de Temisas, valle, por cierto, cubierto de olivos.
Acaban de llegar a nuestras manos casi cuatrocientas páginas, en las que desde el principio hemos leído que el significado toponímico de Temisas no ha sido resuelto y sigue siendo una incógnita para los científicos.
Sin embargo, «en lo alto del municipio de Agüimes y en plena serranía, escondido en un repliegue del terreno, se encuentra el valle de Temisas. Son tierras cárdenas y oscuras que se tuestan al sol tendidas en amplio anfiteatro. Un extenso olivar se esparce por los bancales escalonados, con su tesoro inapreciable de aceitunas y silencio. Y el pequeño poblado, con cal en las paredes y bermellón en los tejados, se asienta calmosamente entre el verde y la plata de los olivos». […]
Martín Moreno, La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 3 de noviembre de 2002.